jueves, 10 de junio de 2010

Toma el narco control de zona en Burgos

Fuente: El Norte
EL NORTE / Staff

Monterrey,  México (10 junio 2010).- De acuerdo a la Constitución, el petróleo y sus derivados son de los mexicanos, pero la realidad es que, desde hace semanas, están quedando en manos del crimen organizado.



Desde el pasado 23 de mayo, una zona de la Cuenca de Burgos, donde está el pozo Gigante Uno, en Nueva Ciudad Guerrero, Tamaulipas, se encuentra bajo control de un comando armado.

Aunque en Pemex se negaron a dar información, se sabe que los pozos de esa región y las estaciones de recolección son los más productivos de la zona.


En esas instalaciones se genera gas líquido no asociado que, desde hace años, el crimen organizado roba y vende a empresas gasolineras del área.



Los delincuentes se apoderaron del Gigante Uno –ubicado por la carretera Ribereña, en los límites de Nueva Ciudad Guerrero y Nuevo Laredo– luego de secuestrar a cinco empleados de Pemex, denunciaron familiares de las víctimas.

Ni el Ejército ha podido entrar, señalaron.

Incluso, aseguran que directivos y jefes de personal se resistían a creerles a sus trabajadores que no podían laborar en el pozo, por lo que fueron al lugar en un helicóptero militar, pero no pudieron descender a las instalaciones porque estaban tomadas.

Sobre los secuestrados, sus familiares señalaron que aún no han sido liberados porque Pemex se ha negado a pagar a los captores.

"A las familias no les han pedido rescate, pero aquí se sabe que a la empresa sí.

"Les pidieron (a Pemex) una cuota para dejarlos trabajar..., pero la empresa no quiso negociar", explicó uno de los informantes.

Los petroleros plagiados, explicaron, son sindicalizados de planta al servicio de Pemex-Reynosa y se llaman Saúl García Ayala, Anselmo Teodosio Sánchez Saldívar, Christopher Adán Cadena García, Mario Zúñiga Salas y Martín Franco Rivera.

Ésta no es la primera vez que empleados de la paraestatal son víctimas del crimen.

"A esa brigada del pozo Gigante ya los habían parado una vez", narraron compañeros y familiares de los secuestrados.

"Los tiraron al suelo, pecho a tierra, y los estuvieron interrogando, pero los dejaron ir".

Debido a esto, el temor entre los demás petroleros aumentó y muchos ya no quieren ir a pozos de la región.

"Ahora ya nadie quiere ir a trabajar por allá", comentó un empleado petrolero.

"Ellos avisaron, pero los jefes no les creyeron. Los volvieron a mandar. Les decían: 'Lo que pasa es que ustedes no quieren trabajar', (y) casi a fuerza se fueron, y ahora ahí está, no aparecen", cuestionó un trabajador.

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