Fuente: Milenio
Margarito Cuéllar
Nada mejor para México que recibir el mes patrio con un golpe mediático. Las puertas de septiembre se abren con un gancho al hígado, si no definitivo para lograr un nocaut al crimen organizado, sí de alto impacto.
Los héroes gritan de júbilo en sus tumbas cuando el bien le da su merecido al mal. Al mal se le retuercen las tripas. El bien no canta victoria. Una pequeña batalla no define el final de una guerra. Aunque los mexicanos deseamos un final feliz, de buenos deseos está lleno el país.
El muñeco de la arrogante figura se limita a sonreír. Pienso que más que desafío, en determinadas circunstancias la risa es el signo del miedo. Una máscara para protegerse de lo que viene. “Disociación ideoafectiva”, llaman a este gesto los especialistas.
La detención de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie , se da en un momento en que la popularidad del presidente Felipe Calderón sucumbe en las aguas negras de la violencia. A dos días del informe. Cercado por bloques carreteros en Tamaulipas y Nuevo León, la masacre de migrantes en San Fernando, asesinatos de alcaldes, ejecuciones en todo el país, ajustes de cuentas entre sicarios de bandas contrarias, levantones y granadazos, el gobierno de Calderón estaba al borde de la asfixia. Aunque sí insistiera que la guerra se iba ganando.
Poco había que decir de sustento en el cuarto Informe de gobierno. Se hacía evidente cada vez más la falta demúsculo para detener la marejada de violencia que de La Familia Michoacana a Los Zetas conforman el abecedario del crimen en México. Violencia que sigue latente, pues la captura de una pieza no significa ganar el juego.
Carambola de tres bandas. Primero Arturo Beltrán Leyva; Nacho Coronel después. La Barbie ahora. Lo peor que puede hacer el gobierno federal a estas alturas de la patria es soltar la rienda, aflojar el paso; fingir demencia ante la impunidad. Chance y el gobierno se anime a dar pasos en firme para desmantelar el compadrazgo entre algunas autoridades estatales y municipales y el crimen organizado. La depuración de las policías está bien, el problema es si no se está dotando de mano de obra calificada al narco.
Como otros delincuentes, La Barbie es personaje de corrido. Letra y música ya se reproducen como pan caliente por el comercio informal de la Ciudad de México, Monterrey, Reynosa, Nuevo Laredo y Sinaloa. Y cruza la frontera hacia los escuchas del otro lado. Dice así: “Se oyen rumores por ahí/ que según me andan buscando/ por mis negocios prohibidos/ y porque soy muy bragado/ es que para este negocio/ tienes que ser aventado.// Por apodos soy La Barbie / por los contras muy temido/ y por allá en Sinaloa/ por los jefes soy querido/ es que traigo la camisa bien puesta/ y también al tiro.// Estoy muy agradecido/ también me siento orgulloso/ de ser parte del cártel/ más grande y más poderoso/Culiacán estoy contigo/ siempre lo digo gustoso.// Apreciado por El Mayo/ por El Mochomo y El Chapo/ Arturo Beltrán lo quiere/ como si fuera su hijo/ 5-7 mi plebada, ténganme listo el comando./ Lo conocen por El Tigre,/ por La Muñeca y Muñeco/ hombre de muchos apodos/ también de mucho cerebro/ pero pa’que no se enreden/ Barbie díganme primero.// Para la mafia valor,/ pa’l enemigo balazos/ pa’l cerebro es el negocio/ pa’ las mujeres mis brazos/ el costal pa’ los billetes/ Colombia pa’l polvo blanco”.
Y hablando del país sudamericano señalado al final del corrido, precisamente la policía de Colombia capturó poco más de diez fichitas en Bogotá, Medellín, Cali, Buenaventura y Pereira, vinculadas aparentemente a Édgar Valdez Villarreal; según se dice en territorio dominado por las FARC. En lanchas rápidas y buques cargueros los presuntos cómplices de La Barbie enviaban un promedio de tres toneladas de cocaína al mes hacia Centroamérica. Como por arte de magia las redes del capo capturado se desenredan.
La Barbie tiene mucha cola que le pisen, tanto en México como en Estados Unidos. En el gabacho tiene acusaciones en Texas, Louisiana y Atlanta. Tan sólo en nuestro país su cabeza valía 30 millones de pesos; algo así como 2.3 millones de dólares.
Suena rara una detención de esa categoría sin balas. Como que mal nos estamos acostumbrando a los tiroteos de largo alcance. Queda clara una cosa: sí se pueden hacer las cosas con el menor derramamiento de sangre. Cierto que algunos capos prefieren terminar en una plancha mortuoria que en la cárcel. Ese es su problema. Las instituciones del gobierno no tienen por qué armar montajes como el que se le hizo con El Barbas. Ni alterar los hechos, como intentó el Ejército en el caso de los estudiantes muertos en el Tec de Monterrey.
La sonrisa de La Barbie se irá congelando a medida que pasen los días. Y sus redes desenredándose. El presidente tiene algo que decir hoy, que no sean quejas ante las denuncias de la sociedad por las fallas de sus autoridades.
El crimen no tiene por qué tener la última palabra.
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