Fuente: El Universal
El 27 de febrero, un comando irrumpió en casas y “levantó” al delegado; vecino mata a dos sicarios
Lunes 07 de marzo de 2011 Irma Mejía/ Corresponsal | El Universal
FRANCISCO R. MURGUÍA
BATALLA. Cuando los pistoleros pretendieron ingresar a la casa de
la familia Ortiz Soriano, en la calle Niño Artillero, de Villa Cárdenas,
fueron recibidos a balazos por un joven de 24 años (Foto: )
En Villa Cárdenas se respira el miedo. Sus habitantes viven con el temor de que un grupo armado que opera en el norte de Zacatecas y que secuestró a su delegado municipal cumpla su amenaza de volver en busca de venganza, porque se negaron a entregar sus armas de caza y los ahuyentaron a balazos.
El 25 de febrero pasado, el delegado municipal Jesús Torres, de 52 años, convocó a los poco más de 500 pobladores de Villa Cárdenas, municipio de Francisco R. Murguía, 210 kilómetros al norte de la ciudad de Zacatecas, para informarles que un grupo de Los Zetas exigió que les entregaran todas las armas que había en el pueblo.
Torres indicó que los pistoleros amenazaron con atacar al poblado si las armas no estaban concentradas al día siguiente en el Salón Ejidal.
Un caso similar se había registrado tres meses atrás en la comunidad de San Lucas, también municipio de Francisco R. Murguía, limítrofe con Durango, además de que se sabía que en esa región serrana, que comprende los municipios de Río Grande y Juan Aldama, operaba ese grupo armado con amplia libertad.
“Se escuchaba que cometían atracos, secuestraban y extorsionaban a gente con posibilidades económicas, pero nunca esperamos que les interesara llevarse las armas que utilizamos para la caza o por tradición”, comentó uno de los habitantes.
“Cuando supimos que Los Zetas querían reunidas las armas en ese salón casi nadie dijo nada. Nos sorprendimos, pero sabíamos que eso mismo había ocurrido en San Lucas y quedó la duda si de verdad irían al pueblo y quiénes de los pobladores entregarían sus armas”, agregó el vecino.
La negativa de los habitantes para entregar sus armas llevó a los pistoleros a iniciar una búsqueda casa por casa, lo que derivó en el secuestro del delegado municipal y una cruenta balacera cuando uno de los vecinos se enfrentó a los asaltantes y tras matar a dos de ellos ahuyentó al grupo.
Huir o defenderse
Una de las hijas del delegado municipal secuestrado, y cuyo paradero aún se ignora, relató haber aconsejado a su padre que se fuera de Villa Cárdenas, pero Torres contestó que no tenía por qué huir. “Siempre hizo frente a los problemas del pueblo. Aquí es gente noble. La mayoría no tenemos armas, tenemos puros cuchillos cebolleros”, añadió la hija.
El 27 de febrero, cerca de las 13:00 horas, arribó el comando al pueblo y detuvo al delegado, al que pretendían utilizar como rehén. Su familia aseguró que “no lo golpearon” y prometieron “regresarlo con vida”.
Luego de que irrumpieron en varias casas, al penetrar en la de la familia Ortiz Soriano, en la calle Niño Artillero de Villa Cárdenas, fueron recibidos a balazos por un joven de 24 años de edad, quien debido a que su padre había viajado a Durango optó por hacerles frente mientras su familia escapaba por el corral.
El hombre logró abatir al primer sicario con una pistola calibre 22 y tras apropiarse de un rifle que llevaba el asaltante disparó y mató al segundo, mientras Los Zetas se defendían haciendo estallar varias granadas. Las esquirlas y los balazos destruyeron la puerta principal, en la que se mostraba parte de la palabra “Bienvenidos”, uno de los adornos colocados para celebrar una boda reciente.
Abandonan camioneta
En su retirada, los asaltantes abandonaron frente a la casa una camioneta RAM roja, con placas de Aguascalientes y numerosos impactos de balas de grueso calibre.
La gran cantidad de sangre hizo suponer a los peritos que Los Zetas pudieron haber tenido más bajas, según indicó el procurador de Justicia del estado, Arturo Nahle.
Informes no confirmados indicaron que un día después del enfrentamiento se efectuaron dos funerales clandestinos en los municipios de Trancoso y Río Grande.
Después del ataque de Los Zetas muchas familias huyeron debido a que durante 18 horas los cadáveres de los dos pistoleros, no identificados, permanecieron tirados porque al poblado no llegó la policía ni hubo presencia militar para resguardar el lugar.
Un miedo colectivo surgió de la posible venganza. Se desconocía si Los Zetas volverían para atacar a todo el pueblo o sólo a la familia Ortiz, por lo que muchas familias se internaron en el monte, donde permanecieron varios días hasta que llegó la Policía Estatal.
Otras más simplemente se fueron y aún no regresan. Dejaron abandonadas casas y animales domésticos. “Mire, esos caballos andan libres en manada todo el día. Son de una familia que huyó”, dijo uno de los pocos hombres que deambulan por el pueblo.
Ni música ni risas
En todo el poblado zacatecano hay silencio y en ninguna casa se escucha la música que transmite la radio, como sucedía antes. Tampoco se escuchan las risas de los niños, quienes dejaron de asistir a clases, y la mayoría de las tiendas están cerradas.
Algunos se arriesgan a montar a caballo y otros a recorrer unos 50 kilómetros en sus vehículos para comprar provisiones, por un camino estrecho de terracería entre huizaches y remolinos de polvo.
El temor de los habitantes se mantiene, a pesar de que el gobierno estatal decidió destacar en la entrada del poblado Villa Cárdenas un numeroso contingente armado.
Se respira miedo y al ingreso de vehículos al pueblo la gente se esconde en sus casas.
En tanto, la hija del delegado secuestrado no pierde las esperanzas de ver regresar vivo a su padre.
Cargos que pesan
Preocupado, el alcalde de Francisco R. Murguía, Alfredo Ortiz del Río, intenta mantenerse firme, pero admite que su municipio está rebasado por la delincuencia y por eso su policía acudió al llamado de los pobladores de Villa Cárdenas, pero se retiró en espera de apoyo del gobierno estatal.
Nieves, la cabecera del municipio, cuenta con seis policías por turno, dos patrullas y una decena de armas “que no están al nivel que usan esos grupos”, admitió el alcalde
El municipio zacatecano cuenta con 21 mil habitantes en 73 comunidades que actualmente enfrentan problemas por la sequía que ha afectado la agricultura y la ganadería, lo que ha llevado a 30% de su población a emigrar hacia Estados Unidos.
El alcalde admitió que con la presencia de grupos delictivos, la situación del municipio “se ha complicado”, aunque está consciente de que la inseguridad y la delincuencia organizada azotan a todo el país. “No queda más que seguir adelante”, agregó.
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