Fuente: Excelsior
Martín Moreno
Al ataque terrorista en Ciudad Juárez se suma el fusilamiento de 18 civiles en Torreón. El Estado mexicano ha sido ya rebasado por la violencia emanada del narcotráfico. A la estrategia insuficiente y a los discursos desgastados de Calderón, Blake y ChávezChávez, el narcoterrorismo responde con ataques mortíferos e implacables.
Justamente cuando un coche bomba estalló en Ciudad Juárez, en ese momento, hubo un punto de quiebre y se pasó a otra etapa: el terrorismo contra civiles. Ante ello, los infiltrados cuerpos de seguridad nacional se muestran impotentes, mientras soldados y marinos, con la venda en los ojos, sólo atinan a obedecer órdenes sin una estrategia a seguir.
Sí, hemos entrado a un ciclo terrorista. En su edición dominical, el periódico El País -los españoles saben mucho más sobre este flagelo por su guerra contra la ETA- titula en su página 8: "El narcotráfico mexicano recurre al terrorismo para intimidar al Estado".
Y más: "El crimen organizado sigue teniendo capacidad para controlar ciudades enteras e incluso para utilizar técnicas terroristas muy depuradas".
Terrorismo puro.
Y ahí está también el reciente número de la influyente revista The Economist, que menciona a un México ahogado en la desesperanza.
A la declaración insuficiente del presidente Calderón -resguardado ya por cientos de federales y militares-, de que están amenazadas las libertades, aparece la muerte de cuatro personas en Juárez; está el dolor por el fallecimiento del doctor Guillermo Ortiz Collazo, hombre de bien, cuya vida terminó por el ataque terrorista.
A la trillada frase de Francisco Blake, hecha a larga distancia desde NL, de que el atentado en Juárez fue un acto "cobarde y alevoso", está el dolor de las familias de los 18 fusilados en Torreón. El nuevo secretario de Gobernación, en tiempo récord, quedó fulminado ante la violenta respuesta de los narcos por la detención de Jesús Armando Acosta, El 35, uno de los jefes del cartel de La Línea.
A las exiguas palabras del titular de la PGR, Arturo Chávez Chávez -quien rechaza pronunciar la palabra terrorismo cuando el fenómeno ya apareció-, de que se trata de "delincuencia de interés" (¿?), aparece el miedo que hoy viven millones de mexicanos.
Hay mucho miedo en México.
Miedo en Nuevo Laredo, donde el viernes pasado hubo un enfrentamiento que dejó 12 muertos y 21 civiles heridos, tres de ellos niños.
Miedo en la carta que Yadira Chávez García le envió al presidente Calderón desde la Comarca Lagunera: "Lo invito a dar un paseo por la ciudad para que sus ojos presencien cómo, en los semáforos, delincuentes bajan a las personas de sus vehículos y cómo los vecinos huyen del lugar".
Miedo en Torreón, donde 18 fueron ejecutados. "Dispararon a todo lo que se movía", narran los testigos. Con Torreón de rodillas ante la violencia, el folclórico y bravucón gobernador priista, Humberto Moreira, se esconde debajo del escritorio. ¿Dónde estaba el domingo? Descansando. Moreira ha sido una desgracia para los coahuilenses. ¡Y ahí viene su hermanito Rubén a relevarlo en el cargo! ¡Qué horror!
Ese miedo que ha obligado a miles de familias a huir a Texas, donde las casas en renta o venta ya son insuficientes para tanto mexicano. Decenas de miles están huyendo de su país, por el miedo.
Miedo por los 25 mil ejecutados en lo que va del sexenio.
Miedo por los. ¡900 menores de edad asesinados durante esta guerra!
Miedo del camarógrafo Luis Hernández, quien herido y valiente, captó el ataque terrorista en Juárez. En este gobierno han sido ejecutados 66 periodistas y 11 más están desaparecidos.
El gobierno está ocultando las cifras reales de soldados, marinos y agentes federales muertos en esta batalla.
Los narcos hacen justicia por propia mano, como ocurrió con tres de los seis reos que se fugaron recientemente de una cárcel en Cuernavaca.
"No vamos a dar marcha atrás, como algunos lo piden", advierte el Presidente. No. Nadie le ha pedido a Calderón que se abandone esta guerra. Pero cosa muy diferente es que sí haya una estrategia más efectiva porque, hoy, ya estamos inmersos en ataques terroristas. Como en Colombia, en tiempos de Pablo Escobar.
La falla en la estrategia ha sido que no supo ni pudo contener la contraofensiva del narco ante los golpes recibidos. Careció de un plan eficaz para prevenir los contraataques contra civiles. Era de esperarse una reacción furiosa ante esta guerra.
Y el gobierno no ha sabido ni ha podido enfrentarla.
A los soldados y a los marinos se les ordena corretear a los narcos. De poco sirve.
¿Por qué no pensar en retenes bien armados en los principales puntos de nuestras fronteras, los cuales el gobierno los tiene bien ubicados, para detener el flujo de drogas y armas, ante el hecho irrefutable de que las aduanas son una coladera al servicio del narco?
¿Por qué no congelar narcodinero que sirve para financiar la compra de drogas y armas?
Es terrorismo.
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