Fuente: Proceso
Rodrigo Vera
Un templo financiado por El Lazca en un barrio marginal de Pachuca volvió a poner en el centro del debate el tema del apoyo del crimen organizado a la Iglesia. Pero el episcopado se desmarca al revelar que la jerarquía católica no tiene control sobre las más de 60 mil capillas que existen en el país, puesto que esos recintos, afirma, se erigen por iniciativa de los fieles.
MÉXICO, D.F., 7 de noviembre (Proceso).- Cuando se supo que Heriberto Lazcano El Lazca, jefe de Los Zetas, ordenó la construcción de una lujosa capilla en un barrio popular de Pachuca, salió a relucir una realidad que había sido soslayada por las autoridades eclesiásticas: la complicidad con el crimen organizado de algunos laicos católicos que podrían estar financiando sus obras religiosas con dádivas del narcotráfico.
Al respecto la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) advierte que tiene el control administrativo de las 9 mil parroquias del país pero no de las aproximadamente 60 mil capillas –como la de Pachuca– que existen en la República, las cuales han sido construidas y son administradas por esos fieles expuestos a las tentaciones del dinero sucio.
“Los tentáculos del narcotráfico”, dice el episcopado, están “corrompiendo” a la base social de la Iglesia católica en México y a algunos sacerdotes que –por voluntad propia o sometidos a presiones– aceptan los donativos de la mafia.
El secretario general de la CEM, Víctor René Rodríguez Gómez, comenta: “El episcopado no tiene el control administrativo de las cerca de 60 mil capillas del país. Los laicos son quienes consiguen los recursos para edificarlas y son los laicos, el pueblo de Dios, quienes las administran y les dan mantenimiento. En ese sentido los obispos y sacerdotes quedamos al margen”.
–Si el narcotráfico permea a los laicos a través de esos donativos, ¿permea por consiguiente la base de la Iglesia?
–Sí, en el sentido de que todo laico es bautizado y es Iglesia. No deben aceptarse ese tipo de donativos porque es dinero mal habido y está manchado de sangre. Al aceptarlo, la Iglesia se hace cómplice del crimen organizado –responde Rodríguez.
Manuel Corral, vocero del episcopado, asegura por su parte que es un revés para la jerarquía el reciente descubrimiento de la capilla del Lazca, pues revela la fragilidad del pueblo católico ante los embates del narcotráfico:
“Los tentáculos del narcotráfico pervierten y corrompen a quien se les pone enfrente. Se extienden por todos lados. Ahora brincaron a la Iglesia, que no había vivido antes una situación semejante; o al menos no la conocíamos.”
Extracto del reportaje que se publica en la edición 1775 de la revista Proceso, ya en circulación.
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