Fuente: La Cronica
Daniel Blancas Madrigal |
Domingo 14 de Nov., 2010 | Hora de creación: 01:58| Ultima modificación: 02:34
Operativo. Imagen del pasado 5 de noviembre cuando Ezequiel Cárdenas Guillén,
líder del Cártel del Golfo fue abatido por marinos. Foto: Notimex
El Distrito Federal era el centro de operaciones financieras de Ezequiel Cárdenas Guillén, líder del Cártel del Golfo abatido por marinos el pasado 5 de noviembre en Matamoros, de acuerdo con investigaciones de la Procuraduría General de la República.
Desde el mes de octubre de 2008, la dependencia federal conoció testimonios de integrantes de la organización que referían la inclinación de Tony Tormenta por cerrar negocios en la capital del país y por reunirse con colaboradores para revisar las finanzas, proyectar nuevas rutas y sobre todo narcoempresas en las cuales pudieran blanquearse activos ilícitos.
De acuerdo con declaraciones contenidas en el expediente de la causa penal 261/2008, le agradaba visitar los restaurantes de lujo, con especialidad en mariscos; y una de sus áreas predilectas era la Zona Rosa.
Así, la ruta habitual del hermano de Osiel Cárdenas era Tamaulipas —sede operativa del cártel para el trasiego y distribución de droga—, Distrito Federal y Querétaro, donde solía descansar y ocultarse de autoridades y enemigos.
De sus gustos por casas de campo, mansiones o ranchos en territorio queretano, la PGR llegó a conocer incluso la dirección de un domicilio, en abril de 2007.
Dos de sus allegados, una mujer de 28 años y un hombre de 24, quienes fueron detenidos en el estado, narraron que “una residencia en Sendero de la Alabanza número 18, en fraccionamiento Milenio III de la capital queretana, estaba siendo acondicionado para que se estableciera ahí Tony Tormenta”, amante del confort.
Cárdenas Guillén jamás llegó al inmueble, pues fue alertado por quienes le brindaban protección en la entidad, entre halcones, sicarios y policías.
De chilango. El 1 de octubre de 2008, efectivos de la entonces Policía Federal Preventiva (alrededor de 60) aprehendieron a siete operadores del Golfo en el restaurante Los Arcos de la Zona Rosa, entre ellos a Gastón Morquecho Morales, alias El Melvin, cuñado de Heriberto Lazcano El Lazca, líder de Los Zetas y quien entonces aún era aliado del Cártel.
El Melvin y su hermano Pedro, conocido como El Chore, estaban entre los principales jefes financieros del grupo criminal.
También se arrestó, tras una llamada anónima, a Rogelio Pérez Santiago, Hugo Enrique García Avilés, Gustavo Palacios González, Víctor Fernández Lastra y Rafael Melgarejo Reyes.
Sus dichos coincidieron en la predilección de Ezequiel Cárdenas por trasladarse a la capital del país; en su deambular con desenfado por las calles defeñas, confiado por la protección policíaca, y en su atracción por los grandes buffets de mariscos.
Uno de los detenidos aquel día vestía un uniforme similar al de los agentes de la SSP del DF y portaba una credencial falsa de la corporación. Esa era otra de las estrategias de seguridad a favor del capo: algunos de los miembros de su comitiva simulaban ser elementos policíacos.
Como lo había advertido la llamada anónima, El Melvín aceptó que ese día se reunirían a comer Cárdenas Guillén e Ignacio Nacho Coronel, uno de los líderes del Cártel de Sinaloa, además de otros operadores de la organización del Golfo.
Habían reservado la mejor mesa del lugar y el menú consistía, como lo había solicitado Tony Tormenta, en una mariscada.
Desde el mes de octubre de 2008, la dependencia federal conoció testimonios de integrantes de la organización que referían la inclinación de Tony Tormenta por cerrar negocios en la capital del país y por reunirse con colaboradores para revisar las finanzas, proyectar nuevas rutas y sobre todo narcoempresas en las cuales pudieran blanquearse activos ilícitos.
De acuerdo con declaraciones contenidas en el expediente de la causa penal 261/2008, le agradaba visitar los restaurantes de lujo, con especialidad en mariscos; y una de sus áreas predilectas era la Zona Rosa.
Así, la ruta habitual del hermano de Osiel Cárdenas era Tamaulipas —sede operativa del cártel para el trasiego y distribución de droga—, Distrito Federal y Querétaro, donde solía descansar y ocultarse de autoridades y enemigos.
De sus gustos por casas de campo, mansiones o ranchos en territorio queretano, la PGR llegó a conocer incluso la dirección de un domicilio, en abril de 2007.
Dos de sus allegados, una mujer de 28 años y un hombre de 24, quienes fueron detenidos en el estado, narraron que “una residencia en Sendero de la Alabanza número 18, en fraccionamiento Milenio III de la capital queretana, estaba siendo acondicionado para que se estableciera ahí Tony Tormenta”, amante del confort.
Cárdenas Guillén jamás llegó al inmueble, pues fue alertado por quienes le brindaban protección en la entidad, entre halcones, sicarios y policías.
De chilango. El 1 de octubre de 2008, efectivos de la entonces Policía Federal Preventiva (alrededor de 60) aprehendieron a siete operadores del Golfo en el restaurante Los Arcos de la Zona Rosa, entre ellos a Gastón Morquecho Morales, alias El Melvin, cuñado de Heriberto Lazcano El Lazca, líder de Los Zetas y quien entonces aún era aliado del Cártel.
El Melvin y su hermano Pedro, conocido como El Chore, estaban entre los principales jefes financieros del grupo criminal.
También se arrestó, tras una llamada anónima, a Rogelio Pérez Santiago, Hugo Enrique García Avilés, Gustavo Palacios González, Víctor Fernández Lastra y Rafael Melgarejo Reyes.
Sus dichos coincidieron en la predilección de Ezequiel Cárdenas por trasladarse a la capital del país; en su deambular con desenfado por las calles defeñas, confiado por la protección policíaca, y en su atracción por los grandes buffets de mariscos.
Uno de los detenidos aquel día vestía un uniforme similar al de los agentes de la SSP del DF y portaba una credencial falsa de la corporación. Esa era otra de las estrategias de seguridad a favor del capo: algunos de los miembros de su comitiva simulaban ser elementos policíacos.
Como lo había advertido la llamada anónima, El Melvín aceptó que ese día se reunirían a comer Cárdenas Guillén e Ignacio Nacho Coronel, uno de los líderes del Cártel de Sinaloa, además de otros operadores de la organización del Golfo.
Habían reservado la mejor mesa del lugar y el menú consistía, como lo había solicitado Tony Tormenta, en una mariscada.
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