domingo, 12 de diciembre de 2010

Michoacán: de la Biblia al narco

Fuente: Excelsior

- Dos décadas de complicidades de PRI y PRD.
- ¿Por qué hicieron intocable a La Familia?

Ricardo Alemán

Si a estas alturas existen dudas del nivel de penetración del narcotráfico y el crimen organizado en la sociedad mexicana, basta mirar la tragedia del Ponchis y todo su núcleo familiar atrapado en las redes criminales; ver al SNTE y a los maestros convertidos en líderes del narcotráfico, y descubrir a las y/o los sobrecargos de aviación en la tarea de traficantes de drogas.
En realidad la pregunta debía formularse al revés. ¿Cuáles actividades no han sido penetradas por el crimen y el narco?. Los conocedores dicen que hay pocas actividades "limpias".
¿Cuántos mexicanos, de la profesión o actividad que se quiera, se han negado a ser parte del rentable negocio criminal?. La realidad dice que muy pocos.
Pero si a estas alturas existen dudas de que el Estado mexicano enfrenta una guerra contra los traficantes de drogas, sólo basta con voltear la mirada a lo que pasa en Nuevo León, Tamaulipas y Michoacán. Y si no es suficiente, baste decir que hasta la tarde de ayer sábado, en Michoacán, aún se producían enfrentamientos entre criminales y fuerzas del Estado —militares, marinos y policías federales—, luego de balaceras que han durado ya cuatro días.
Y si alguien duda del tamaño de la guerra, del peso y la fuerza militar y operativa del adversario, debe asomarse a los choques que libran policías federales, militares y marinos, contra bandadas de criminales como La Familia, en Michoacán.
Pero tampoco es suficiente con mirar el tamaño de esa guerra y el poderío de los enemigos del Estado. No, también se debe revisar con ojo crítico lo que ha ocurrido en las últimas dos décadas en esa entidad. Sólo así se entenderá la guerra librada en los últimos cuatro días en la capital, Morelia; en municipios como Apatzingán, y otros convertidos, literalmente, en zona de guerra.
UNA VIEJA HISTORIA DE NARCO.
Y es que no puede existir un grupo criminal del tamaño y la fuerza que hoy tiene La Familia, sin la complicidad, la dejadez y el valemadrismo de los gobiernos municipal, estatal y federal.
El fenómeno de gestación, crecimiento y consolidación de La Familia Michoacana, se remonta a por lo menos dos décadas atrás. Es decir, durante los años de gloria del salinismo. Pero según los estudiosos del tema, Michoacán y otras entidades circundantes que compartes las ricas regiones boscosas del altiplano, se han dedicado a la siembra de mariguna desde hace por lo menos medio siglo.
Pero fue a principio de los años 90 cuando aparecieron las organizaciones locales.
Es decir, que a raíz de la crisis económica de 1994 y 1995, el negocio de la siembra, cultivo, venta y distribución de droga se convirtió en una actividad alternativa a los tiempos de crisis y los productores michoacanos ya no sólo fueron proveedores de las grandes organizaciones, sino que se convirtieron en jefes regionales de una banda criminal que creció sin restricción durante el gobierno federal de Vicente Fox y el estatal de Lázaro Cárdenas Batel.
En pocas palabras, que pareciera que en las dos décadas recientes, en Michoacán cayeron todas las plagas al mismo tiempo, lo que abrió espacios para un poder emergente, como La Familia, que ofreció no sólo una alternativa de ingresos seguros y abundantes, sino una nueva doctrina y mística que desplazó desde la concepción religiosa de muchos michoacanos, hasta sus referentes partidistas. ¿Pero de qué estamos hablando?.
Elemental, de que a Michoacán no solo le afectó la crisis económica que también sacudió a todos los mexicanos entre 1995 y 1997, y no sólo vivió esa tragedia política que fue para algunos la caída del PRI en el año 2000, y la derrota de los gobiernos priistas locales en 2001.
No, los michoacanos también vivieron dos cataclismos: la llegada al poder presidencial de Vicente Fox —uno de los peores presidentes de la historia—, y la llegada al gobierno estatal de Lázaro Cárdenas Batel, un buen hombre, pero mal gobernante.
¿DONDE ESTABAN TODOS?
Por eso obliga la pregunta: ¿Dónde estaban —y donde estuvieron—, los gobiernos municipales de Michoacán, los diputados locales, el gobierno estatal y el federal, entre los años 2000 y 2010?
Cuando Vicente Fox llegó al poder federal —en el año 2000—, el PRD en Michoacán ya tenía buena parte del gobierno y el Congreso en su poder.
En realidad Michoacán fue un bastión de la izquierda desde 1988, cuando emergió como líder de la izquierda el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Así, en 2001 cuando cayó el último gobernador priista, y llegó Lázaro Cárdenas Batel como el primero de origen perredista, el PRD ya había gobernado distintos municipios y producido legisladores locales y federales.
¿Y dónde estuvieron el PRI y el PRD michoacanos, entre 1988 y el año 2000? Pues no estuvieron. O existió complicidad.
Y es que el crecimiento de La Familia Michoacana a lo largo de las últimas dos décadas, sólo se explica por eso, la complicidad, dejadez y el valemadrismo de los gobiernos del PRI, PAN y PRD.
Pero no sólo de los gobiernos; también de los empresarios, maestros, profesionistas y... hasta de la jerarquía católica. ¿Dónde estuvieron los sacerdotes, obispos y demás jerarcas que tenían en Michoacán a una grey adoctrinada? ¿Dónde estuvieron en esos 20 años, como para que un grupo criminal, mesiánico, desarrollara un culto pagano al servicio del crimen? ¿Dónde estaban los sacerdotes católicos, que no vieron ni escucharon que un grupo criminal les había arrebatado a los feligreses y los había convertido en criminales y sicarios al servicio de Dios?.
Hoy los sacerdotes podrán decir misa, pero igual que los líderes del PRI, PAN y PRD, que los gobernantes surgidos de esos partidos; alcaldes, legisladores locales, diputados federales, senadores y gobernadores, también son responsables por omisión o complicidad de que un grupo criminal como La Familia haya asumido el control de un estado como Michoacán, en donde defiende su territorio a balazos, en 13 municipios —incluidos la capital, Morelia, y Apatzingán, la cuna de Nazario Moreno González—, y con la baja de cinco efectivos, entre policías y militares.
Durante décadas La Familia fue intocable, al extremo de llevar "a la tribuna más alta de la nación" a Julio César Godoy, el más visible narco diputado y hermano del gobernador en turno.
Y al tiempo que en las próximas horas podrían caer todos los jefes de La Familia, el diputado Godoy será desaforado y podría ser llevado a prisión. Y mientras tanto, muchos dicen que la guerra contra el crimen y el narco, es una guerra fallida. Las complicidades.
2010-12-12 05:00:00

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