domingo, 17 de octubre de 2010

La guerra antinarco: Monterrey: apatía oficial detona lucha

Fuente: La Jornada
  • Algunos habitantes optan por cadenas de oración y encuentros religiosos 
  • La autodefensa en barrios es el único camino: organización no gubernamental

Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 17 de octubre de 2010, p. 2
Ante la inseguridad que se vive en varios municipios de Nuevo León, los regiomontanos han dicho ¡Ya basta! 
Foto Reuters

 
 
Ante la ola de violencia e inseguridad que padece Monterrey, los ciudadanos han encontrado una manera de expresar su sentir: rezar por la paz. Cadenas de oración, peregrinaciones, actos multitudinarios, senderos de veladoras y encuentros interreligiosos. Todo vale cuando se trata de pedir a un ser sobrenatural lo que los humanos no han conseguido: devolver la tranquilidad a la Sultana del Norte.
La guerra que Los Zetas, los cárteles del Golfo, de Sinaloa, La Familia Michoacana y los Beltrán Leyva libran en Monterrey por el control de la plaza han convertido esa ciudad en campo de batalla, con saldo de 650 personas asesinadas en lo que va del año, por lo que ciudadanos y organizaciones civiles han decidido unirse sin importar credo ni religión para pedir por la paz.
La última expresión de pacifismo surgió a raíz del asesinato de la estudiante universitaria Lucía Quintanilla Ocaña. Los ciudadanos, de manera espontánea, hicieron un sendero de veladoras con pancartas, oraciones, dibujos, fotos, globos y otros objetos para pedir el retorno de la paz a la ciudad.
La plaza comercial Morelos es el epicentro de los gritos del ya basta. Ayer, el bullicio de los transeúntes se mezclaba con el misticismo de las luces de las velas. La gente aprovechaba para dejar bajo cada cirio un pensamiento, denuncia u oración. Minerva Jiménez, vendedora de billetes de la Lotería, quien ha sido parte de este movimiento inédito en Monterrey, dice: Es necesario que recemos por la paz. Sólo Dios puede ayudarnos. Le estamos pidiendo que nos ayude, que termine toda esta violencia que estamos viviendo, porque en realidad estamos sufriendo mucho.
Minerva tiene 70 años, 60 de los cuales ha dedicado a la venta de dichos billetes. “En Monterrey ahora está Dios, pero también está el diablo. Por eso estamos tratando de ahuyentar las malas vibras, las balaceras, los asesinatos, los narcobloqueos. Sólo Dios nos puede ayudar.”
La resistencia civil pacífica tiene múltiples manifestaciones y la oración es, para algunos, un consuelo frente a la angustia y zozobra provocadas por la ola de violencia. Lo estamos haciendo para que cada quien en su religión pida a Alá, Jehová, Jesucristo, Buda o quien sea el Dios de cada uno que vuelva la tranquilidad a Monterrey.
Las cadenas de oración por la paz han unido a distintas asociaciones civiles y grupos de ciudadanos tanto en las redes sociales de Internet como en las iglesias y lugares de culto que existen en la ciudad. Más que rezar el gobierno debería emprender acciones concretas para detener esta ola de violencia, pero tenemos un gobierno fallido, al igual que el de Calderón. Esta es una forma del pueblo para demostrar la solidaridad a los que han caído en esta guerra contra el narcotráfico, afirma Claudia Muñiz, de la Juventud Comunista de México.
Mientras reparte volantes, añade: Lamentablemente nos han orillado a creer que solamente un poder sobrenatural es el que nos va a salvar de este caos, pero creo que no. Sólo el pueblo organizado es el que puede salvarse.
Los 15 narcobloqueos efectuados por el crimen organizado, mientras el gobernador Rodrigo Medina rendía su primer informe de gobierno, recordaron nuevamente la debilidad de la autoridad frente al crimen organizado. La revista The Economist publicó ayer un reportaje en el cual señala que la guerra entre Los Zetas y el cártel del Golfo ha destruido la reputación de Monterrey como ciudad segura, y afirma que un policía de esta ciudad puede ser comprado por sólo 5 mil pesos. En abril algunas personas fueron secuestradas en el hotel Holiday Inn, ubicado en el centro. En agosto, durante una balacera, murieron dos personas afuera del Colegio Americano. Muchos mexicanos ricos han decidido mudar a sus familias a Estados Unidos o bien a estados más seguros del país. En los prósperos suburbios de Monterrey la gente rica ha escondido sus camionetas en las cocheras.

La exigencia de diferentes sectores de la sociedad en favor de la militarización o la aplicación del estado de sitio es un aspecto que muestra la desesperación de algunos y también la manera de aprovechar de otros la coyuntura para provocar una involución de las libertades civiles, explica José Luis Krauss, presidente de Propuesta Cívica sección Nuevo León. Son expresiones cada vez más comunes que nos preocupan, porque revela la fractura de las instituciones y del tejido social. El Estado ya está rebasado, subraya.
Krauss destaca que el crimen contra Lucy generó una reacción espontánea y desean que sirva para incentivar la participación y la autodefensa ciudadana. ¿Qué vamos a hacer como sociedad civil para salvarnos? No nos queda más que la organización ciudadana. Monterrey siempre ha sido muy pasiva, y eso está cambiando. Ahora tenemos que aprender desde el barrio a autodefendernos. La gente ya no cree en el gobierno, nadie confía en nadie. Sólo nos queda organizarnos y debemos aprovechar este despertar.
Más aún, la ciudad está ante una guerra declarada, según Indira Kämpis, coordinadora de la asociación civil Denuncia 2.0. Por tanto, parte de la solución es la sociedad: No sólo es una guerra del crimen organizado, sino de autoridades que están implicadas y tienen intereses en esta lucha, en este juego de poder en donde no sólo han perdido la vida civiles, sino que tal parece habrá situaciones peores. Los ciudadanos estamos totalmente indefensos y hemos decidido organizarnos.
Ante la apatía de la ciudadanía, expone: “Vamos a necesitar establecer lazos de confianza entre la sociedad civil y la ciudadanía. Tenemos ciudadanos que se quejan demasiado pero no intervienen en los procesos de seguridad, de la defensa del voto, del medio ambiente, del uso de la bicicleta. Es una ciudadanía muy apática y cree que la seguridad es una cuestión del narco y del gobierno, cuando en realidad no es así. La solución está en todos. La solución, hoy más que nunca, tiene que venir desde la sociedad”.
Sin embargo, la mayoría de las organizaciones civiles coinciden en expresar que el gobernador Rodrigo Medina echó la cortina al comienzo de su gestión y eliminó la comunicación con ellos. No tiene ningún diálogo con la sociedad civil organizada. No ha tenido ningún acercamiento a pesar de la grave situación en que vivimos, comenta Krauss.
Para otros ciudadanos que se han acercado a la plaza Morelos la solución no está en rezar: Yo soy atea. Por eso digo que la paz no llegará rezando. No basta con rezar.

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