Fuente: El Universal
Activistas advierten que en la frontera norte  bandas los reclutan por dinero o los obligan bajo amenazas a volver a  cruzar hacia Estados Unidos con cargas de droga o para guiar a ilegales
Domingo 26 de septiembre de 2010     Silvia Otero | El Universal
 Ellos son obligados a pasar droga a Estados Unidos, otros reciben  alrededor de 500 dólares semanales de las redes de polleros para guiar a  indocumentados por el desierto, son niños y adolescentes utilizados así  por el crimen organizado a lo largo de toda la frontera. Son carne de  cañón.  
 Un informe de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) sobre el  fenómeno de la migración de menores de edad no acompañados revela que  solamente durante el primer semestre del presente año, 8 mil 340 niños y  jóvenes mexicanos fueron detenidos y repatriados de Estados Unidos; de  ellos, 261 (3.14%) reconocieron que migraron para traficar drogas y  personas, una tendencia que va en aumento desde 2008.  
 De acuerdo con el documento elaborado por la Dirección General de  Protección a Mexicanos en el Exterior de la SRE, en 2008 un total de 173  menores que fueron repatriados de EU declararon que migraron para  traficar estupefacientes o para colaborar con las bandas dedicadas al  tráfico de indocumentados.  
 Para 2009 las cifras revelan que las organizaciones criminales emplearon  a un mayor número de niños y adolescentes para sus operaciones: se  repatriaron 295 menores que aceptaron su participación en estas  actividades.  
 La tendencia de utilizar a estas personas sigue en aumento. El informe  de la SRE sobre la repatriación de infantes migrantes de enero-junio de  este año señala que sólo en esos seis meses 261 menores cruzaron a  territorio estadounidense para traficar drogas y personas, lo que se  traduce en 34 casos menos de todos los detectados el año pasado.  
 Activistas que trabajan con menores migrantes en el norte del país  alertan que ya sea por paga o bajo amenazas, en los últimos años el  crimen recurre a reclutar a estas personas, pues la apuesta es que si  mueren en la operación su pérdida no afectará a la estructura o si son  detenidos, los castigos son mínimos.  
 Samuel González, ex asesor regional del programa global contra el crimen  organizado de la Oficina Nacional contra la Droga y el Delito de  Naciones Unidas, señala que se trata de un hecho dramático y podría  clasificarse como un crimen de lesa humanidad, que evidencia que el  Estado mexicano incumple acuerdos internacionales al no proteger a estos  infantes.  
 Prisciliano Peraza, sacerdote católico que dirige el Centro Comunitario  de Atención al Migrante Necesitado, en Altar, Sonora, en entrevista  reconoce que a pesar de los esfuerzos institucionales del DIF o de las  organizaciones civiles por proteger a los menores que son repatriados de  Estados Unidos, éstos siguen siendo reclutados por redes criminales.  
 “No son suficientes los albergues y en las calles los agarran, son presa  fácil junto con las mujeres, que son el sector más vulnerable de la  migración”, destaca el párroco. No duda: “Se convierten en carne de  cañón y el fenómeno es cada vez más frecuente; los menores son  reclutados por dinero en algunos casos, pero en otros son obligados bajo  amenazas a cruzar de nuevo la frontera con remesas de droga”.  
 Centenares son reclutados  
 Uriel González, coordinador de las Casas YMCA de Menores Migrantes  ubicadas en Tijuana, Agua Prieta, Piedras Negras y Ciudad Juárez, dice  que a lo largo de la frontera es innegable el reclutamiento de menores  por parte del crimen.  
 Detalla que el fenómeno ha sido detectado desde 2005, inicialmente en el  área de Nogales y Agua Prieta, Sonora, los principales puertos de  repatriación de menores desde EU, pero “esta misma forma de operación se  ha expandido hacia otras zonas fronterizas como Ciudad Juárez,  Chihuahua, y a Tijuana, Baja California, por ser los puntos más  concurridos para el tráfico y el cruce fronterizo”.  
 Sólo en Tijuana, revela, se ha identificado una centena de jóvenes que  participan en estas actividades, la mayoría de familias disfuncionales  que reciben de 400 a 500 dólares por semana por colaborar con los  traficantes de personas; “tomando en cuenta la situación económica, este  ingreso de 2 mil dólares que ellos llevan a casa es un factor  importantísimo para que participen en estas operaciones”.  
 González Pérez reconoce que “si tomamos en cuenta que son 19 puntos de  repatriación autorizados a lo largo de la frontera, y sólo hay  participación en Tijuana, Mexicali, San Luis Río Colorado, Nogales, Agua  Prieta, Juárez y Piedras Negras, hablamos de que las organizaciones  civiles tenemos 50% desprotegido. Hay iniciativas gubernamentales de  establecer módulos de atención, pero económicamente es un plan difícil  de concretar”.  
 Lesa humanidad  
 El también ex subprocurador de delincuencia organizada, Samuel González,  indica que estos datos son relevantes, pues confirman la utilización de  menores por parte del crimen organizado.  
 Considera que “el que se permita o se tolere que los niños sean  utilizados para este fin tiene consecuencias graves en materia de  responsabilidad internacional del país. En el asunto de los migrantes  asesinados estamos en un nivel de crimen de lesa humanidad, y aquí con  todo este fenómeno también, porque la utilización de niños para traficar  es un hecho dramático que te dice que el Estado mexicano está  incumpliendo los tratados internacionales, tendría que haber una  investigación muy seria al respecto”.  
 La existencia de esto, dijo, obliga a sancionar a los responsables con  base en la Convención de la ONU contra la Delincuencia Organizada  Transnacional.  
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