sábado, 3 de julio de 2010

Violencia, maldición que permea al narcocorrido

Fuente: El Universal
Crece la lista de víctimas asesinadas; Valentín Elizalde, Sergio Gómez y Sergio Vega “El Shaka” entre ellos
Viernes 02 de julio de 2010El Universal
El último en caer fue, un sábado caluroso de finales de junio, Sergio Vega, El Shaka. Vega fue cazado por sus asesinos en la carretera, de noche. Forma parte de los al menos 10 gruperos —sin contar familiares y representantes— asesinados a balazos en México desde 2006; la ola de violencia que suma más de 23 mil muertos en el país ha convertido la profesión de cantante de narcocorridos en muy peligrosa. Las investigaciones nunca avanzan, quedan estancadas, pero por el modus operandi se adivina la mano que del crimen organizado.
Narcocorridos letales
“A mí me gustan los corridos / porque son los hechos reales de nuestro pueblo / ... porque en ellos se canta la pura verdad”. La definición no puede ser más exacta y en boca de más ilustres personajes: así empiezan Los Tigres del Norte su narcocorrido “Jefe de jefes”, lo que en Italia se llama capo de cappi. El tema es uno de los más populares que ha creado la música norteña mexicana sobre las hazañas y rivalidades del narcotráfico.
Muchos grupos cantan con nombre y apodo a los héroes de la droga, creando verdaderas crónicas de la violencia que azota el país. Así lo hicieron Los Tucanes de Tijuana, que dedicaron su voz a El Teo y El Muletas, cuya guerra contra el cártel de Tijuana dejó centenares de muertos el año pasado. Cuando un capo, o un lugarteniente, cae preso o muerto, poco tiempo pasa antes de que se suba el correspondiente corrido a Youtube.
El género grupero es popular entre los sicarios y barones de la droga, que contemplan México como gran tablero de ajedrez por donde mover mariguana, cocaína y “cristal”. De los corridos populares que cantaban las peripecias de insurgentes, revolucionarios y valientes en general, se derivó paulatinamente la versión narco, dedicada a un submundo cada día más cerca de la superficie. No es de extrañar que se cuente por lo bajo que tal o cual cantante ha actuado para un capo —véase la detención hace meses del legendario Ramón Ayala y sus Bravos del Norte cuando presuntamente animaban una fiesta del cártel de los Beltrán Leyva— o que le canta a unos u otros.
A puro plomo
A El Gallo de Oro lo “ultimaron” —como gusta decir el argot periodístico en México— de ocho “plomazos”, por atreverse a cantar “A mis enemigos” en la plaza donde no debía. Todo, por supuesto, presunta y extraoficialmente. La interpretación que se hizo fue que al cártel del Golfo —quizás a Jaime López Durán, El Hummer, de su brazo armado Los Zetas, investiga la fiscalía— no le gustó el mensaje que dejó el ídolo en Reynosa, una de sus plazas fuertes, quizás por cuenta de sus enemigos eternos de Sinaloa. Elizalde y su representante recibieron la mortal reprimenda esa noche, en carretera.
Sergio Gómez también fue alcanzado en carretera, después de un concierto en Morelia, feudo de “La Familia”, dueños del estado de Michoacán, de donde el artista era originario. Un convoy de hombres armados detuvo al de músicos, arrancó al cantante de K-paz de su automóvil. El cadáver apareció con los genitales parcialmente quemados en un baldío a las afueras de la ciudad. Gómez no cantaba narcocorridos, pero todo indica que lo mataron los mismos.
“Llama a los federales”
Horas antes de su muerte, El Shaka había desmentido a una página de espectáculos que hubiera sido víctima de asesinato. La maldición del narcocorrido lo alcanzó también en carretera. Según la prensa, el cantante tuvo tiempo de hacer una llamada a su representante pidiéndole que avisara “a los federales”. No dio tiempo. En su repertorio, entre otros narcocorridos, figuraba “Luto en el cielo”, sobre la muerte del líder del cártel de Juárez Amado Carrillo Fuentes. (EFE)

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