sábado, 16 de abril de 2011

Qué chula mi narcocultura

Fuente: Milenio

La narcoviolencia era alta en Tijuana o Culiacán mucho antes de que Calderón apareciera. Y ejecuciones, secuestros, encobijados, masacres llevan ya muchos sexenios en la frontera. Ahí los cárteles (aliados de gobierno local, estatal y/o federal) eliminan masas de narcos y no-narcos desde hace décadas.



Foto: Especial

Ciudad de México.- Tras el asesinato del hijo del poeta Javier Sicilia se ha intensificado la oposición de intelectuales a la “guerra contra el narco”. Los intelectuales mexicanos básicamente piden que pare la guerra y se legalicen drogas.
Sí, hay que oponerse a la muerte como vía para frenar al narco. Matar hereda víctimas y verdugos. La guerra entre cárteles=gobierno cosecha violencia hoy. Y siembra violencia futura.
Pero los opositores a esta guerra no aclaran alternativas: no hay una visión anti o post-narcocultura. Si Calderón Contrataca parara hoy debido a tanto cácaro, ¿mañana qué show?
La narcoviolencia era alta en Tijuana o Culiacán mucho antes de que Calderón apareciera. Y ejecuciones, secuestros, encobijados, masacres llevan ya muchos sexenios en la frontera. Ahí los cárteles (aliados de gobierno local, estatal y/o federal) eliminan masas de narcos y no-narcos desde hace décadas.
¿Por qué estos muertos no indignaban? ¿Por qué los intelectuales hoy tan preocupados no protestaron contra ese genocidio? ¿Porque no afectaba a sus familias, pantallas y ciudades?
¿Sugieren un pacto con el narco? ¿Ese es su plan? ¿Cambiar esta guerra “espuria” por otra narcocooltura más chida?
Es frecuente que la intelectualidad nacional pida la legalización. Yo también estoy a favor de ella, pero estoy más a favor de que mientras la droga sea traficada por personas sin escrúpulos —narcos o policías, militares, funcionarios corruptos— seamos radicales: renunciemos al narco-consumo.
Vamos al grano: el consumidor de droga mexicano, junto con el gringo, es el patrocinador directo de todos estos asesinatos.
El consumidor paga sueldo de sicarios y autoridades, subsidia sobornos, picha las armas, financia las células y, claro, redes de prostitución y esclavitud asociadas. Y le vale. Quiere pasársela “bien”. Lavado de manos a la Poncio Pilatos.
Los consumidores comunes son los señores reales del narco. Sus jefes de piso.
El opio es la religión de los intelectuales.
Una vez dije esto en un foro. Casi me linchan.
Si te parece poco “realista” renunciar por ética al consumo, entonces, no te quejes. Comprar droga a criminales inevitablemente genera —en lo privadito o en lo público— destrucción de cuerpos de modo rutinario.
La droga es el meta-capitalismo.
“Esta guerra no es nuestra”, ¿neta?
Y, sí, todos estamos hasta la madre. Hasta la madre de coca, cabrones.
No + sangre = No + droga.
O si usted patrocina la corrupción y al narco, perdón, si usted desea consumir su droguita a gusto, sin que lo saquen de onda constantes noticias desagradables, por favor, pida a sus socios (los narcos) que no la chinguen y se deshagan de los cuerpos de manera más eficiente.
Usted —recuérdeles por el celular— quiere que todo sea como antes, que ya no se peleen tanto, carajo, tan bonita que era nuestra narcocultura.
Heriberto Yépez • hyepez.blogspot.com

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